Cuatro, seis, siete, equis asientos libres y un taxímetro que no para de correr. Pueblos y ciudades, noche y día. Gente distinta, historias que unas veces se cruzan hasta sobreponerse y otras que no llegarán a conocerse ni de vista. Todo sucede en unos pocos metros cuadrados, en trayectos largos que se hacen cortos y en recorridos efímeros que parecen eternos. Taxista, lléveme al aeropuerto. O al cine, o al hopital, o al fin del mundo.
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